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Pero acuérdate de quiénes nos gobiernan cuando estén hablando de crisis

Las uvas de la ira (The grapes of wrath, 1940) Dirigida por John Ford, 2 oscars:

¿Quieres saber lo que pasó?

– Eso es lo que te he preguntado.

– Bueno, lo que pasó… lo que me pasó a mí… Un día llegó un hombre:

– Tienes que reconocerlo. En una tierra así, tan seca, el sistema de arriendo no funciona. Apenas se puede sacar ganancia. Un solo hombre y un tractor puede cultivar diez o doce de estas fincas. Le pagáis un jornal y os quedáis con la cosecha.

– Sí, pero no podemos distraer ni un centavo de lo que tenemos ahora. Nuestros hijos no comen lo suficiente, y están tan andrajosos que nos daría vergüenza ver a los hijos de otros bien vestidos.

– Yo no puedo hacer nada. Sólo cumplo órdenes. Me mandaron a deciros que estais desahuciados.

– ¿Quiere decir que me echan de mi tierra?

– No hay porqué ponerse así. No hay porqué enfadarse conmigo. Yo no tengo la culpa.

– ¿Pues quién la tiene?.

– Ya sabes que el dueño de la tierra es la compañía Shawneeland.

– ¿Y quién es la compañía Shawneeland?.

– No es nadie, es una compañía.

– Pero tienen un presidente, tendrán alguien que sepa para qué sirve un rifle, ¿verdad?

– Pero hijo, ellos no tienen la culpa, el banco les dice lo que tienen que hacer.

– Muy bien, ¿dónde está el banco?.

– En Tulsa, pero no vas a resolver nada; allí sólo está el apoderado y el pobre solo trata de cumplir las órdenes de Nueva York

– ¿Entonces a quién matamos?

– La verdad, no lo sé, si lo supiera te lo diría: yo no sé quién es el culpable.

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Los hijos de nuestros hijos

Un día de verano como otro cualquiera, se abre una puerta en el vacío y empiezan a salir cientos, miles, millones de personas procedentes de ninguna parte. Dicen que vienen del futuro. Son los hijos de nuestros hijos. Un peligro incontrolable acecha en el futuro.

Clifford D. Simak, Los hijos de nuestros hijos.

Tengo un temor creciente por mis hijos y por los hijos de nuestros hijos. Me lo dicen cada día las noticias y el hecho cierto de que el cambio climático es el pago a nuestros desafueros y a nuestro suicida sistema de vida.

Lo último son los grandes incendios que asolan Rusia, el país-continente. Unos dicen que mil, otros que quinientos, son incontables los incendios que simultáneamente se reparten a lo largo y ancho de sus bosques y estepas, provocando inmensidades de humo que ennegrece el cielo de sus ciudades mientras el campo desaparece arruinado y convertido en cenizas. Ninguna temperatura estival, desde que existe registro de estas, puede compararse a las que están padeciendo en este verano de 2010 en la tradicional tierra del frío pero jamás del calor del infierno que ahora les devora.

Estos incendios son ahora la consecuencia de una gran sequía que ya ha «quemado», sin incendiarlos, más de 100 millones de hectáreas de cultivos de cereales por falta de lluvias.

Recordemos pues que este territorio es uno de los mayores exportadores de grano a múltiples partes del mundo y que, como consecuencia de estos males, ha decidido aminorarlas cuando no suspenderlas. Este es un aviso del hambre futura y, como consecuencia de la lucha por los recursos cada vez menores para una población mayor, previsión de las guerras y la destrucción que se avecina. Cualquier hermandad desaparece cuando sólo vale la lucha por la supervivencia.

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¡A ver cuándo llegan los dichosos coches eléctricos! (aunque no baste con ellos…)

Viene oportuna la noticia titulada El coche eléctrico sale a la calle : los científicos ven la crisis como ocasión para impulsar el vehículo enchufable en relación a la proyección,  este pasado jueves en Telde, en el Cine-forum La linterna verde del Colectivo Ecologista Turcón con

Este es el "Th!nk Ox". ¡A ver si empezamos a verlo por aqui!

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el tema «Automóviles, petróleo e intereses ocultos» y con el film «¿Quién mató al coche eléctrico?».

Como no podía ser menos, fue el imbécil y criminal George W. Bush, ya considerado el peor y más incompetente presidente de la historia de Estados Unidos (y mira que los ha habido execrables. Lo que hubiera dado por también poder tirarle los zapatos) quien se encargó de liquidar esta posibilidad tecnológica que ahora la crisis energética quiere resucitar. Sin embargo parece que llega tarde para evitar el defenestramiento de la General Motors y otras multinacionales norteamericanas del automóvil, de lo cual no puedo sino alegrarme, aunque no de los trabajadores y familias que van a dejar en la calle.

Ya ha habido casos en que estos causantes de buena parte de la polución atmosférica mundial se han opuesto al signo de los tiempos, yendo contracorriente ante los que proponen novedades tecnológicas que les amenazan o ante todos los que (ya mayoritariamente) dicen que hay que apostar por alternativas- si no limpias al menos significativamente- menos contaminantes.

La crisis económica mundial que han causado los norteamericanos y que conllevará el hundimiento de algunos de sus más grandes iconos y la puesta en evidencia del fracaso del capitalismo salvaje y destructivo que propugnan, puede servir también como catarsis de la que surjan nuevos modos de economía y vida en la que la tecnología sostenible deberá tener un papel fundamental. Por supuesto que no bastará con eso. También tendremos que cambiar nuestro modo de vida aunque la mayoría no se haya aún percatado y, por supuesto, no esté dispuesto a hacerlo de buen grado.

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