Archivo de la categoría: El cine que no veremos

El cine que no se echa en televisión, el que no te ofrecen en el cine, aquel del que siquiera habrás oído nunca hablar. Ese cine.

Tiempos modernos

Tiempos modernosComo uno tiene sus manías, me da por ponerle a mis hijos (todos pequeños aún, pero no demasiado), aparte del actual cine convencional del imperio para niños y para los que no son tanto -ya saben, Disney, DreamWorks y similares-, algo del buen cine del pasado que ni las pantallas comerciales ni la televisión se molestan ya en poner jamás.

Hablo de «El gordo y el flaco», de Harold Lloyd, de Buster Keaton y, ni que decir tiene, de Charlot. Al principio los niños te miran con recelo por enseñarles algo que no tiene ni efectos especiales, ni color y ni tan siquiera sonido. Pero siempre, después que acaba, me dicen que les ha encantado.
El otro día me dió por ponerles en casa Tiempos modernos, de Chaplin. No la veía desde hacía años y uno con la edad, pues que quieren que les diga, no lo recuerda todo, más aún cuando vives en un medio ambiente informativamente saturado.
Tiempos modernosFue otro éxito más de proyección hogareña y, cuando terminó, me dí cuenta de que hoy es prácticamente imposible encontrar entre los estrenos cinematográficos, en la tele y en las incontables mentecatadas que recibes a diario por el móvil y el correo, algo más «subversivo», antisistema, de protesta contra el capitalismo brutal y de denuncia de la alienación del individuo y sus derechos como esta película de 1936. Sólo la comparación desde el primer minuto de los trabajadores que van a la fábrica con un rebaño de borregos dice todo de sus intenciones.
tiemposmodernos2Y lo curioso es que las imágenes que muestra -de la explotación del individuo, su humillación, la persecución de los obreros que se manifiestan y que son apaleados y encarcelados, la chica que roba para darle comida a sus hermanos huérfanos y que pasa hambre con frecuencia, las cárceles o el tráfico de drogas- las ves con una sonrisa de complicidad más que con la tristeza que conllevaría un drama convencional. La maestría con que está hecha demuestra el aserto de que se consigue más con una cucharadita de miel que con un barril de vinagre.
Tiempos modernos consigue muchas décadas después de realizada que su mensaje siga totalmente vigente y que hasta un niño pueda verla con risas sin dejar de transmitir al mismo tiempo sus valores de denuncia y sentido de lucha a los adultos que quieren abandonar por un momento el pesebre del cine común que nos inunda y que en nada se compromete.
Tiempos modernos
Quienes no la hayan visto ya están tardando. Los que ya lo hayan hecho, este es un buen momento para volver a disfrutarla.

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«En tu fiesta me colé» o cine clandestino en Telde

Escucha música mientras lees
John Williams – South America, 1936 (OST Raiders of the lost Ark) 4:09 min.

supertiscionPues nada, que saliendo de ver Los sustitutos (otro día hablaré de cómo un fan del cine español prefiere ver esto a, por ejemplo, Gordos) en nuestros heróicos Multicines Telde me encuentro de casualidad con un cartel escondido en una esquina de la escalera que anuncia la exhibición, única e irrepetible, sólo hoy y para las 00:30 hrs. , de cortometrajes locales.

Siempre he tenido simpatía por el débil y más si el débil es producto del país y además se dedica a hacer cine. Así que decido quedarme a ver como acaba la cosa. Y la cosa se concreta en que va apareciendo gente, más de la habitual para este tipo de eventos, todo hay que decirlo, que forma grupos a la entrada esperando que abran el acceso. Como no hay nada más a dicha hora, colijo que todos esperan para ver Ciclos y Superstición, los dos cortos de Alfredo Salazar anunciados.

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En busca de «Una pelea cubana contra los demonios»

<em>Una pelea cubana contra los demonios</em> (Cuba, 1971) de Tomás Gutiérrez Alea

Una pelea cubana contra los demonios (Cuba, 1971) de Tomás Gutiérrez Alea

Este verano ha sido provechoso en mis compras de nuevos títulos en DVD con que nutrir mi selecta filmoteca particular.

Dicen que la crisis económica global que padecemos está sirviendo para que muchos millonarios aprovechen para comprar barato aprovechando la ruina de los más débiles. Currantito que soy, no puedo participar de los beneficios especulativos del alto capital, el mismo que nos ha metido en este pozo con la connivencia de los gobiernos capitalistas mundiales que siguieron mansamente al imbécil redomado de George W. Bush y su tenebrosa camarilla. Pero sí que me puedo beneficiar de los sustanciosos descuentos que grandes superficies y otros comercios están haciendo, obligados por la caída del consumo, en este periodo de rebajas estivales.

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