Entrevista a D. Octavio Pérez Luzardo, jefe de laboratorio del Servicio del Toxicología Clínica y Analítica (SERTOX) de la ULPGC en Canarias Radio La Autonómica (20-9-2012)
La noticia saltó a la prensa el pasado 24 de agosto, con el titular Científicos de la ULPGC confirman la presencia en la leche de tóxicos nocivos para la salud. Se trataba de un artículo elaborado por investigadores del Servicio de Toxicología Clínica y Analítica (SERTOX) de la ULPGC, Instituto Canario de Investigación del Cáncer (ICIC) y Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario Insular Materno-Infantil de Gran Canaria y titulado Polychlorobiphenyls and organochlorine pesticides in conventional and organic brands of milk: occurrence and dietary intake in the population of the Canary Islands (Spain), traducido como Residuos de bifenilos policlorados y pesticidas organoclorados en leches convencionales y ecológicas comercializadas en Canarias: niveles y relevancia para los consumidores, publicado en la revista científica internacional Chemosphere.

Fumigación con pesticidas de plataneras y cultivos de papas. Gran Canaria, años setenta del siglo XX. Archivo fotográfico Jaime O’Shanahan – Memoria digital de Canarias (ULPGC)
En el mismo confirmaban el alto nivel de exposición de la población canaria a contaminantes tóxicos nocivos a través del consumo de leche. Después de analizar las marcas presentes en cualquier supermercado de las Islas Canarias, llegaron a la conclusión de que las sustancias presentes en la leche y derivados comercializada en Canarias poseen características tóxicas similares a las dioxinas, lo que les hace ser mutagénicos, carcinogénicos, teratogénicos y obesogénicos. El efecto de los tóxicos se agrava debido al alto consumo de leche de los isleños y a la existencia de determinadas marcas que presentan niveles muy elevados de estos contaminantes tóxicos persistentes. Este resultado es consecuencia de la ubicuidad de tales compuestos presentes en el agua, el suelo y el aire entre otros, por lo que es imposible evitar su llegada a los alimentos. También las leches ecológicas estan contaminadas.

Plaguicida Danex utilizado en la agricultura. Gran Canaria, 1971. Archivo fotográfico Jaime O’Shanahan – Memoria digital de Canarias (ULPGC)
Particularmente se trata de contaminantes químicos de alta persistencia ambiental y de conocidos efectos tóxicos, como los pesticidas organoclorados y los bifenilos policlorados. Estos venenos utilizados en la actividad agrícola pasada y actualmente prohibidos, siguen aún presentes inalterados en el medio ambiente debido a su masiva aplicación entre los años 1950-1970.
Tan preocupado como cualquiera de los que haya tenido acceso a esta información me puse en contacto con ellos y pese a las respuestas en general que indicaban que la prensa ha sido demasiado alarmista a partir de la nota de prensa hecha pública en su momento, he llegado a las siguientes informaciones que amplían lo anterior:
- no ha sido posible saber que marcas de leche han sido analizadas y los resultados de cada una, pero sí que son todas las que podemos encontrar cuando vamos a cualquier supermercado de las Islas, puesto que el muestreo se hizo de esa forma, es decir, comprando todas las marcas de leche disponibles, tanto convencionales como ecológicas.
- matizan la información que salió en la prensa en el sentido de que no son «determinadas marcas de leche» las que presentan un alto grado de contaminación, sino muestras individuales de cada una de las marcas las que presentaron elevados niveles de contaminación. Más allá de la espectacularidad de los titulares de prensa, indican que no hay grandes diferencias de contaminación entre marcas, aunque sí «muestras individuales con elevados niveles». Por ello dicen que no sería justo cargar las tintas sobre ninguna en particular diciendo que tal o cual marca es mejor o peor que las otras, al menos en relación con su carga de contaminantes químicos. Hay que tener en cuenta que estos son contaminantes ambientales que provienen del uso abusivo que de ellos se hizo en el pasado y es inevitable que lleguen a los productos alimenticios, en particular los ricos en grasas animales, a través del medioambiente.
- sin embargo, en las Conclusiones del propio artículo, se dice claramente «However, a number of brands of milk (both, conventional and organic) showed a high level of contamination by DL-PCBs, and as a consequence, people who consume these brands could be subjected to a dietary exposure to dioxins and dioxin-like compounds that exceed by far the limits recommended by EU«, traducido como que «Sin embargo, un número de marcas de leche (tanto convencionales como ecológicas) mostró un alto nivel de contaminación por DL-PCB y, como consecuencia, las personas que consumen estas marcas podrían estar sometidas a una exposición en la dieta a las dioxinas y compuestos similares a las dioxinas que exceden con mucho los límites recomendados por la UE» por lo que no cabe decir que se trata de un alarmismo infundado de la prensa.
- las sustancias que se buscaron y encontraron en la leche están prohibidas desde hace más de 40 años, por lo que la presencia de dichas sustancias en la misma y sus derivados es consecuencia de la contaminación ambiental que éstas ejercen y del abuso (del uso) que se hizo con las mismas (tanto el aire, como el suelo y el agua que quedaron y hoy siguen contaminados) y con ello, flora y fauna de manera inevitable.
- como puede leerse también en el artículo, estos contaminantes químicos son liposolubles (se acumulan en la grasa de los seres vivos) por lo que todo alimento graso de origen animal (no sólo la leche, sino también los huevos, el queso, el pescado, la carne etc) pueden estar contaminados y estar así presentes en la cadena alimentaria y, por ende, en la sangre de seres vivos y de humanos (también han publicado recientemente un artículo que demuestra esto último). De hecho, estudios similares a este, pero en otros alimentos de origen animal, pone de manifiesto lo indicado, es decir, que hay muchos alimentos (de origen animal y también vegetal) que están contaminados como consecuencia de la degradación ambiental producida por los pesticidas y otros productos tóxicos empleados en la agricultura y la ganadería y esto se refleja, como es natural, en que estos compuestos acaban finalmente en lo que comemos y por tanto, en nuestro organismo.

Esparciendo insecticida a mano en los cultivos de tomateros. Gran Canaria, 1958. Archivo fotográfico Jaime O’Shanahan – Memoria digital de Canarias (ULPGC)
por consiguiente, las alternativas que estos investigadores nos recomiendan son:
- consumir grasas de origen vegetal como aceite de oliva o frutos secos y reducir el consumo de grasa de origen animal.
- variar la dieta y las marcas que solemos utilizar cada cierto tiempo.
- en el caso de la leche, es indudable que tiene muchos beneficios, sobre todo en edades infantiles. En cuanto al tipo de leche tenemos varias opciones: en edades tempranas se recomiendan leches enteras; la mejor son las leches frescas locales. Según el niño vaya creciendo podemos utilizar leches semidesnatadas y más tarde, desnatadas. Quizás la mejor idea para consumir la menor cantidad posible de este tipo de contaminantes es limitar el consumo de grasas animales, ya que son estas las que principalmente los vehiculan. En el caso de la leche, por tanto, sería recomendable el consumo de leche semidesnatada, o aquellas que sustituyen la grasa animal por otra de origen vegetal.
- una última reflexión muy importante que apuntan es que toda la contaminación que generamos nos la comemos.
Ya en mi reflexión personal, todos sabemos que la divulgación de dichas marcas y de sus análisis particulares podría suponer un grave perjuicio comercial para las mismas y, en general, para este sector en las Islas. De todas formas considero que la salud está antes que cualquier otro bien y más si de niños se trata, ya que suelen ser los que hacen un mayor consumo. Yo ya he suprimido el consumo de lácteos casi por completo pero, como no puedo hacer lo mismo con mis hijos, procuraré vigilar mucho el tema según las alternativas ya comentadas aunque teniendo presente lo apuntado de que se trata de pesticidas persistentes muy utilizados décadas atrás y que hoy siguen envenenando gran parte de nuestra comida.

Fumigando plaguicidas en tomateros. Gran Canaria, años sesenta del siglo XX. Archivo fotográfico Jaime O’Shanahan – Memoria digital de Canarias (ULPGC)
Estas importantes investigaciones que demuestran los peligros a que nos exponemos precisamente por haber machacado (y por desgracia seguir en esa línea) nuestro medioambiente, contrastan con la poca difusión mediática que se hace de ellas (no sé ni como ví la noticia que ni siquiera fue titular de portada en ningún periódico de las Islas), quizá porque chocan con intereses comerciales que suelen anteponerse por encima de la salud de la población. Parece mentira, pero la obra teatral de Ibsen Un enemigo del pueblo, sigue por desgracia plenamente vigente casi dos siglos después y hoy como ayer pocos se atreven a denunciar la gravedad de la realidad que nos rodea y, si se atreven, son perseguidos:
Personalmente creo que los científicos e investigadores que trabajan en sectores tan decisivos como el que estamos tratando han de involucrarse decididamente en llamar la atención de la población por todos los medios sobre el abuso de la industria y de los intereses económicos que juegan con la salud del planeta, de los seres vivos en general y del género humano en particular. Ejemplos como el de la bióloga Rachel Carson, autora en 1962 de la obra Primavera silenciosa (Silent spring), auténtico éxito de ventas en su momento y dedicado a denunciar los efectos de la agricultura química intensiva sobre los ecosistemas deben ser los que hay que seguir. Cabe recordar que su libro despertó por vez primera la conciencia ambiental de la población sobre la utilización masiva de herbicidas, pesticidas y tóxicos en la agricultura y la ganadería, recopilando una investigación concienzuda de varios años de trabajo. Rachel Carson documentó la permanencia de estas sustancias en los ecosistemas y en los tejidos humanos como la presencia de DDT en la leche materna. Pero desde entonces han pasado 50 años. Medio siglo nada menos. ¿Es que todavía no hemos aprendido nada?.
Al comienzo de esta entrada tienen acceso a una reciente entrevista radiofónica realizada a Octavio Pérez Luzardo, uno de los investigadores del SERTOX autor entre otros de este estudio, quien ha anunciado que próximamente verá la luz otro estudio similar pero esta vez sobre los quesos comercializados en Canarias. Bien por los científicos y mal por los medios de comunicación y las autoridades sanitarias, que no han informado debidamente sobre estas investigaciones científicas de tanto calado. Veneno que tu me dieras…