Archivo mensual: agosto 2010

Vidas ejemplares

Es que no me he podido resistir, snif…. Estos sí que eran santos y no los de hoy (si es que queda alguno -como las vírgenes, of course-):

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¡Que no quiero bolsas, leñe!

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Pedro Guerra – Contamíname 3:36 min. Pulsa aquí para acceder

Tengo una guerrita particular con las cajeras de supermercado (y en general con las otras también), ya que cuando vas a comprar lo que sea parece que les dan comisión para que te lleves tus productos en el máximo número de bolsas posible.

No sé si trabajarán por cuenta de las compañías petroleras -ya que recordemos que las bolsas qeu nos ofrecen están hechas de plástico contaminante delasdetodalavida, nada de estas otras hechas de cáscara de papa autodegradable y demás- para que se empeñen en que nos llevemos cuantas más mejor con la excusa (que nunca se cumple) de que vas a desfondarlas si te llevas cuatro botellas en la misma bolsa y otros argumentos de parecido género.

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Con cariño a nuestros políticos (particularmente canarios)

Como sé que, lejos de disfrutar de sus merecidas vacaciones, nuestros políticos autonómicos, insulares y municipales están que no viven para solucionar los graves y numerosos problemas de la borreguil ciudadanía que tenemos en Canarias y que ni se les ha pasado por la cabeza dedicar ningún esfuerzo en asegurar su poltrona (hablo en particular de los profesionales de la política que aspiran a vivir todos los años que sea posible del erario público, léase por ejemplo -pero por desgracia no exclusivamente- José Manuel Soria, Momo Saavedra, Román Rodríguez, Paulino Rivero, Aureliano Santiago, etc.) preparando inauguraciones de pacotilla dedicadas a la gente desmemoriada que sólo votan teniendo en cuenta lo poco que hayan hecho en el último semestre de cada legislatura, dedico este post a todos ellos diciéndoles que tanto bien les deseo como trabajo y esfuerzo real nos dedican, que creo que para ambos casos es más bien poco.

Dicho de otro modo, que les zurzan.

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Los hijos de nuestros hijos

Un día de verano como otro cualquiera, se abre una puerta en el vacío y empiezan a salir cientos, miles, millones de personas procedentes de ninguna parte. Dicen que vienen del futuro. Son los hijos de nuestros hijos. Un peligro incontrolable acecha en el futuro.

Clifford D. Simak, Los hijos de nuestros hijos.

Tengo un temor creciente por mis hijos y por los hijos de nuestros hijos. Me lo dicen cada día las noticias y el hecho cierto de que el cambio climático es el pago a nuestros desafueros y a nuestro suicida sistema de vida.

Lo último son los grandes incendios que asolan Rusia, el país-continente. Unos dicen que mil, otros que quinientos, son incontables los incendios que simultáneamente se reparten a lo largo y ancho de sus bosques y estepas, provocando inmensidades de humo que ennegrece el cielo de sus ciudades mientras el campo desaparece arruinado y convertido en cenizas. Ninguna temperatura estival, desde que existe registro de estas, puede compararse a las que están padeciendo en este verano de 2010 en la tradicional tierra del frío pero jamás del calor del infierno que ahora les devora.

Estos incendios son ahora la consecuencia de una gran sequía que ya ha «quemado», sin incendiarlos, más de 100 millones de hectáreas de cultivos de cereales por falta de lluvias.

Recordemos pues que este territorio es uno de los mayores exportadores de grano a múltiples partes del mundo y que, como consecuencia de estos males, ha decidido aminorarlas cuando no suspenderlas. Este es un aviso del hambre futura y, como consecuencia de la lucha por los recursos cada vez menores para una población mayor, previsión de las guerras y la destrucción que se avecina. Cualquier hermandad desaparece cuando sólo vale la lucha por la supervivencia.

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