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Mestisay (de «Querido Néstor») – Pa’l Pino / Caminito de Teror 2:35 min.
Este próximo martes, 8 de septiembre de 2009, volverá a celebrarse una vez más la fecha más destacada en la espiritualidad que aún pueda quedar en Gran Canaria: el Día de la Virgen del Pino, Patrona de Canarias. Festividad insular en toda nuestra redonda isla y venerada tanto aquí como en el Archipiélago todo y allende los mares.
Lo que significa este día y su víspera se describe, entre otros muchos escritos, en el Pregón realizado por Ervigio Díaz Bertrana hace ahora 42 años:
La Isla se convierte toda en una fantástica romería. Desde la Aldea de San Nicolás, los romeros ascienden por la cuesta de Castañetas, se adentran en el pinar, pasan junto a la Montaña del Brezo, enfilan la cumbre y en las Cuevas de Caballero, unos golpes de ron dan fuerza para seguir la marcha. Los peregrinos de medianías cogen el camino de las ovejas trashumantes hacia los Pinos de Gáldar, luego descienden por Corcho. Allí, un buen tajo de queso les empuja hacia abajo. Los moganeros eligen la ruta de Ojeda, Pajonales, hacia la Cruz de Tejeda. A caballo entre dos vertientes, el dulce mangoles [sic] precipita por Ariñez caminito de Teror. Las gentes del sur suben por Cazadores, rozan el Saucillo, bordean Las Lagunetas. Antes de atreverse con la empinada cuesta, unos frescos tomates, arrancados a la tierra con inmenso sacrificio, refrescan las gargantas para continuar, cantando isas, folías y malagueñas. Las gentes de la ciudad se dirigen por Granadillar, San José del Alamo y otras trochas. En la Fuente Agria reponen energías.
todo ello para llegar a donde alguien describiera anímicamente, de forma tan afortunada, como el rescatado Francisco González Díaz en su libro Teror (1928):
Aquí me he refugiado para tratar de aliviarme las penas y curarme las heridas. Aquí las penas se me endulzan, las heridas se me suavizan. Aquí logro adormecerme en una paz bienechora. Aquí siento menos triste la vida y menos amarga la muerte.
Incluso un ateo confeso como yo tiene más que claro que celebraciones como El Pino están indisolublemente arraigadas en nosotros. Esto no es ya sólo cuestión de si se tienen o no creencias religiosas, sino algo tan elemental como el saber lo que somos: cuestión de pura identidad. Y en ello la Virgen del Pino y su tradición es parte nuestra más que destacada.
¿Nos vemos en El Pino?