Archivo mensual: agosto 2008

Smith-Corona

Mi padre usaba -y aún tiene- una coqueta máquina de escribir portátil de su época de estudiante. Por algún lado la debe tener guardada. Yo llegué también a utilizarla tiempo atrás muchas veces. Recuerdo sus inevitables, aunque no tan frecuentes, atascos de dos teclas cuando por error las pulsabas a un tiempo y también su cinta de dos colores, negra y roja. En ella y en la academia de turno, aprendí las artes mecanográficas que de tanta utilidad me han servido luego.

Hoy escribo en este periodo vacacional con un ordenador portátil mirando a la piscina. He ganado indudablemente en comodidad, la corrección instantánea de erratas o la reformulación sobre la marcha de las a veces alborotadas ideas que deseo expresar. Todo ello sin gastar una sola hoja de papel. También, y esta es su mayor virtud, tengo ahora la posibilidad de publicar electrónica e inmediatamente a todo lo largo del globo para quien quiera leer y comentar estos escritos a través de mi Blog.

Sin embargo, el tecleo en la Smith-Corona, aquel encanto clandestino casi, la máquina mágica que mi padre comprara un día para dotarse de apuntes bien presentados para la carrera que comenzara hace ya más de medio siglo, no está aquí. No la noto en la punta de mis dedos.

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Añoranza de aquellas golosinas

En el curso de una conversación de hoy, recordé las añoradas golosinas de infancia y juventud. Aquellas que particularmente comíamos y bebíamos en el descanso del cine, cuando salía la amarillenta diapositiva que decía algo así como

Visite nuestro bar. Beba Clipper

Era entonces cuando salíamos raudos al puesto de la entrada, para llegar los primeros antes de que se produjera la correspondiente aglomeración de enanos y mayores deseosos de ser atendidos cuanto antes.

Las apetencias -fuera de que no existía la abrumadora variedad que nos dispersa y se nos dispensa hoy- tenían siempre sus clásicos. Si de refrescos se trataba,

ganaban Nik o Clipper por goleada, cuyos eructos resonaban luego por toda la sala comenzada la segunda parte de la proyección. Si de caramelos con palo, Chupa-chups, ni que decir tiene. En los frutos secos, ganaban las pipas y sobre todo el millo Churruca, duro pero sabroso como él solo. En las papas fritas, se repartían las apetencias entre La Canaria, Emicela o los famosos Munchitos. En helado triunfaba con mucha ventaja el inigualable corneto de Kalise.

Luego, si era sesión infantil de las tres de la tarde, a aplaudir cuando ganaban los buenos en el último momento y a pelearnos a la salida imitando las luchas de lo que habíamos visto y disfrutado en la pantalla.

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PSOE, el principio del fin

 

Antes el puño con la rosa, ahora el puño de la confrontación interna y en el futuro el de la lucha civil entre territorios

Antes el puño con la rosa, ahora el puño de la confrontación interna y en el futuro el de la lucha civil entre territorios

Vaya por delante que no soy hombre de partidos. La consabida frase grouchiana de que nunca formaría parte de un partido que admitiera a alguien como yo entre sus filas se me aplica plenamente. Por ello soy librepensador para calificar lo que hagan unos u otros sin sometimiento a disciplina de organización alguna.

Con este enfoque no me resisto hoy a comentar, para quien aún no lo sepa, que el PSOE no existe como tal en España, ya que si Cataluña (perdón, Catalunya) es parte del estado, allí el PSO-E no rige. Existe, otra cosa, que se denomina PSC que es completamente autónomo y dueño de sus destinos y prebendas, al margen del partido estatal. Curioso que cualquier otro partido de este ámbito sea el mismo en cada uno de los confines del estado. Pues el PSOE no. Este partido tiene sus límites en Aragón y Valencia. Más allá rige otro, que se le parece mucho pero que a fin de cuentas no es el mismo y que tiene derecho de veto, agresión y confrontación contra su (supuestamente) propio partido.

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